Lo primero, una “breve” descripción del juego en si. Muchos de vosotros habréis visto imágenes y videos y quizás aún no sepáis mucho de su funcionamiento. Para empezar, la pantalla superior de Nintendo DS debéis olvidarla durante el juego, ya que prácticamente no servirá para mucho salvo para mostrar ciertas imágenes en movimiento que no servirán de mucho. Centrándonos en la pantalla inferior, vemos como una serie de piezas de distintos colores y con distintas formas se agrupan en la zona baja de la pantalla mientras, una a una, nuevas piezas van cayendo desde la zona superior llenando las filas. Nuestro objetivo: igual que en cualquier otro título de este género. Evitar que las piezas lleguen arriba y juntar tres o más de la misma forma y color. Pues bien, aquí se acabaron las semejanzas con cualquier otro título de este género. ¿Sorprendido? Pues sigue leyendo.
La forma en la que tendremos que mover las piezas será siempre de una en una y con movimientos en horizontal, es decir, de arriba hacía abajo o abajo hacía arriba. Para moverlas, utilizaremos el stylus pulsando encima de ella y desplazándola hacia ambas direcciones hasta donde queramos situarla. ¿Y qué ocurre cuando tres o más piezas de la misma forma y color, tanto en horizontal como en vertical, se juntan en pantalla? Dichas piezas se oscurecerán y saldrán disparadas hacia la zona superior de la pantalla, llevando consigo a todas las piezas del tipo que sea que estén encima de ella. Todas aquellas piezas que sobrepasen el borde superior de la pantalla, saldrán disparadas al espacio exterior, deshaciéndonos de ellas y puntuando por ello. Aquellas que no logren sobrepasar el borde de la pantalla, descenderán nuevamente hasta el fondo de la pantalla, quedándose tal cual todas excepto aquellas que se oscurecieron en un principio, las cuales cambiarán de forma.
Sin embargo, la cosa se complica por momentos. Cada pieza con la que nos encontramos en cada “escenario” tiene un peso específico, lo que significa que unas pesarán más que otras. A esto, le tenemos que añadir que los “escenarios” de juego no son otra cosa que superficie de planetas, cada uno con su propia gravedad, con lo que si estamos en un planeta con muy poca gravedad (Lazayero, por ejemplo), al conseguir combinaciones las piezas saldrán disparadas con mucha mayor facilidad y velocidad que en otro en que la gravedad sea mucho más fuerte (como, por ejemplo, en Brabbit), donde saldrán muy despacio o ni tan siquiera despegarán. Así que para hacerlas desaparecer, deberemos utilizar distintos recursos que el cartucho pone a nuestra disposición.
Por ejemplo, cuando un buen grupo de piezas sale disparado hacia la zona superior de la pantalla, mientras descienden las que no han conseguido sobrepasar la pantalla podremos seguir jugando con ellas, de modo que si con las piezas restantes en movimiento logramos alguna combinación de otras tres o más piezas del mismo color, haremos un combo y volverán a coger velocidad y subir hacía arriba. Dependiendo de donde hagamos la combinación podremos conseguir distintos efectos. Por ejemplo, si movemos tres o más piezas hasta la parte baja de este grupo de piezas en pleno descenso, conseguiremos que todo el grupo por completo salga disparado de la pantalla. Cuantas más piezas en este grupo y mayor gravedad en el planeta, más difícil será elevarlas, con lo que tendremos que realizar más combos seguidos para deshacernos de dicho “problema”.
A grandes rasgos, esto es lo que nos encontraremos en Meteos. Un juego de habilidad complejo en concepto pero que una vez metidos en el ajo nos resultará súper-adictivo y jugable, ya que las distintas gravedades de los planetas y pesos de cada material (cada pieza simboliza un meteorito o “Meteo” de distinto material) no es algo que debamos controlar en pantalla. Simplemente deberemos intentar ser los más rápidos posibles en conseguir alinear tres o más del mismo tipo en la zona más baja de la pantalla y, una vez el grupo de piezas en el aire, volver a hacer lo mismo con alguna combinación de piezas de este grupo en movimiento para que salgan disparadas. Sin embargo, esto no serán los únicos elementos que entrarán en el juego (y sigue, y sigue…).
En cada partida que echemos podremos encontrar ciertos objetos que podremos usar. Algunos a nuestro favor, como ciertas bombas que harán estallar una fila entera de meteos y otros en nuestra contra, por ejemplo, un objeto que lanzará una cortina de humo a varios meteos a la redonda, con lo que no veremos bien su forma ni color. Además de estos objetos, en nuestra pantalla existe un pequeño reloj que irá dando vuelta en cada segundo y que irá marcando la cadencia de caída de los meteos. Si tocamos con el stylus ese reloj, la cadencia aumentará y caerán muchos más en pantalla, lo cual nos puede servir para llenar una pantalla vacía y tener mayor facilidad de combinación o para hacer algún combo entre piezas en movimiento y alguna estática que hayamos situado.
¿Suficiente para que os hayáis hecho una idea aproximada de lo que nos encontraremos en este cartucho? Pues todo esto es “simplemente” el juego en si. Después, nos encontraremos con muchísimos modos de juego, empezando desde el clásico hazte tantos puntos como puedas sin morir, pasando por a ver cuantos meteos haces en un tiempo determinado o intentar acabar con un número de meteos, un modo historia que nos hará recorrer varios niveles hasta enfrentarnos al mismísimo Planeta Meteo, causante de esta incesante lluvia de meteoritos en el resto de planetas, conseguir objetivos dentro de misiones, multijugador, enfrentamientos de 1 a 4 contra la computadora, cinco niveles de dificultad y más y más y mucho más.
En definitiva, la versión americana del juego nos ha fascinado. Es adictivo como él sólo, muy fácil de hacerse con el control, horas y horas de entretenimiento con sus numerosísimos modos de juego y un largo etcétera que podrían convertir a este título en un imprescindible para esta consola. Un soplo de aire fresco a este género que demuestra a la competencia que se pueden hacer otras cosas además de cambiar la forma de la pantalla o la de las piezas. Quédate con el nombre porque dará mucho de que hablar. Meteos: The Fresh Maker