Una de las grandes fortalezas de
Constance es lo original que resulta tanto su planteamiento como su historia. Esta vez no estamos cazando monstruos en el espacio ni ajusticiando a las criaturas de Drácula, estamos tratando con problemas tan serios como la salud mental o el
burnout, y el juego sabe hacerlo de una forma realmente magistral. Durante la aventura se crean pequeños
interludios al estilo minijuegos en lo que veremos la presión que siente nuestra heroína intentando dominar el violín o comunicándose con sus compañeros de trabajo... y encajan de forma magistral en la trama.
Lo mismo podemos decir de los enemigos y el mundo en el que nos movemos, especialmente de los primeros, ya que son
realmente diferentes y curiosos en las estrategias para luchar con ellos. Tenemos los que se protegen y hay que golpear por la espalda, los que se teleportan para sorprendernos, los que intentan absorbernos... Y, además, el juego sabe sacarles partido al sacarlos en
arenas de batalla con diferentes condiciones y peligros. El resultado es un título inolvidable con grandes elementos jugables.