Análisis Edge of Eternity - Al filo de una enorme ambición

Terminar Edge of Eternity nos llevará en torno a las 30 horas de juego en su historia principal, una trama clara y con las vueltas y giros justos y necesarios para mantenernos enganchados durante todo el trayecto. Es cierto que el arranque del juego es un tanto plano y mejorable (y no ayuda lo arquetípicos que son nuestros compañeros), pero una vez pasemos ese escaloncito y nos metamos en este mágico mundo en guerra, las cosas serán siempre cuesta abajo.

Como todo buen RPG que se precie, el título cuenta con un buen montón de horas extra distribuidas en diferentes misiones secundarias (la verdad, bastante típicas) que ayudan a duplicar la duración inicial. Aunque estas misiones no son realmente necesarias (el juego no tiene una curva de dificultad pronunciada, y es fácil terminarlo con la historia básica) podrían haber sumado mucho más... Eso sí, se agradece el esfuerzo para ajustar el precio, así como la traducción para hacer esta aventura más accesible.

El sistema de juego de Edge of Eternity es un claro homenaje a los grandes J-RPGs como Final Fantasy, Xenoblade o Fire Emblem, buscando un sistema un poco más activo que los turnos tradicionales, y apostando por una suerte de cuadrícula hexagonal que nos permite tener más libertada a la hora de conducir nuestros ataques, incluyendo la opción de golpear por la espalda al enemigo con golpes críticos, y tener que estar atentos para cubrir nuestra retaguardia...

En general la fórmula funciona bastante bien, y una vez nos metamos en este mundo no vamos a tener problemas (más allá de tener que pensar un poco en los combates). El otro punto brillante del desarrollo viene con el flexible sistema de mejoras de personajes y armas, que nos da bastante libertad y suficientes opciones para añadir un interesante elemento táctico al desarrollo.

A la hora de valorar lo original que resulta Edge of Eternity hay mucho que tener en cuenta; hablamos de una carta de amor de fans occidentales a los grandes juegos de rol japonés, y como tal se ha tratado de plasmar el espíritu y algunos de los mayores aciertos de este género... Pero claro, como todo lo que se escribe inspirándose en otros, no consigue ese elemento innovador, sorprendente y revolucionario que hemos visto en otras producciones.

Valorando ya el mundo creado en sí, volvemos a tener luces y sombras; nuestro mayor chasco han sido los personajes por lo planos que resultan en general, aunque es cierto que son vehículos para contar una historia que funciona bastante bien una vez coge carrerilla. El mundo sí - Heryon, y su batalla con la Corrosión - nos ha resultado mucho más envolvente e interesante, y una vez nos metamos de lleno en la historia vamos a disfrutar hasta el final, no hay un principio efectista para caer en horas y horas de tedio. Si se hubieran moldeado un poco más - y mejor - a los protagonistas estaríamos ante un título mucho más sobresaliente.

A nivel técnico Edge of Eternity tiene grandes valores (especialmente en lo artístico), pero también importantes altibajos gráficos, especialmente en lo referente a las animaciones de los personajes; no hay nada parecido a una captura de movimiento, hay diseños - y personajes en general - muy genéricos, momentos con problemas de rendimiento puntual (incluyendo popping), y sobre todo una sensación general que nos hace pensar que estamos ante un título que ha intentado abarcar demasiado sin tener los recursos para ello... Eso sí, en este apartado también hay que valorar el calibre del juego, su equipo y el rico mundo que consigue crear pese a las limitaciones comentadas.

La banda sonora es harina de otro costal, mucho más sólida y con las pinceladas brillantes que le ha dado la colaboración con Yasunori Mitsuda, con temazos impresionantes. Otro punto espléndido es el doblaje en japonés como alternativa (aunque aquí se pone todavía más de manifiesto la falta de expresividad de los personajes), junto a una estupenda traducción al castellano.