Análisis God of War Ragnarok - ¡Que empiece la caída de los dioses!

Terminar God of War: Ragnarok nos llevará alrededor de 25-30 horas de juego, siendo más largo que el título anterior de la saga (que cimenta las bases de esta nueva aventura, no es nada recomendable lanzarse a esta secuela sin conocer los entresijos del juego anterior), pero sobre todo estando mejor planteado en las bases jugables, utilidad de las armas y versatilidad del equipamiento. Por eso es todavía más divertido lanzarse a misiones secundarias y a buscar todas las mejoras y coleccionables, lo que duplica fácilmente la vida útil del juego, llegando fácilmente a las 50-60 horas, más todavía si queremos conseguir todos los trofeos.

Es cierto que el equipamiento en esta entrega es un arma un poco de doble filo, ya que realmente no hay tanta variedad de armaduras e items de mejora, y si mejoramos una configuración inicial con la que nos sintamos cómodos no tenemos por qué cambiarla por las que vayamos consiguiendo a lo largo de la aventura (lo que le quita un poco de impacto a las misiones secundarias); con todo, se agradece la mayor variedad y, sobre todo, que se haya dado soporte a más formas de jugar, así como más adaptabilidad a nuestra forma de luchar (haciendo así la experiencia más divertida y adictiva). Hay jefes ocultos que nos va a hacer sudar mucho...

A nivel jugable God of War: Ragnarok apuesta por dinamizar y dar más opciones jugables a la entrega anterior, añadiendo novedades de lo más interesantes y dándole más profundidad a la fórmula, que ahora está más pulida y mejor llevada. Un ejemplo es la nueva mecánica con el escudo, que ahora es más versátil, cuenta con diferentes modelos y nos permite realizar no solo contraataques, también brutales asaltos. De la misma manera la ayuda de Atreus - o de otros personajes de apoyo - es ahora más útil y versátil gracias a un control indirecto que funciona mucho mejor. Y otro de los puntos brillantes en nuestra experiencia de juego ha sido el uso de la Ira Espartana, que ahora podemos usar de una forma todavía más ofensiva (con ataques especiales para cada arma) o defensiva (gastando barra para recuperar algo de vida), además del ataque brutal cuerpo a cuerpo de la entrega anterior; esto le da más profundidad y estrategia a los combates, algo muy de agradecer.

Los escenarios vuelven a estar perfectamente integrados en la acción, y ahora son más verticales e interactivos; podemos aprovechar la altura para causar un gran daño con ataques descendentes, utilizar las espadas como gancho para lanzarnos contra enemigos en lo alto, o aprovechar elementos como las flechas de nuestro hijo para debilitar o interrumpir golpes de los enemigos. El sistema de mejora de armas y armaduras se ha simplificado, y hay una auténtica sensación de evolución durante la partida, en la que vamos a notar cómo los enemigos nos ponen a prueba (especialmente en los niveles más altos de dificultad).

Aunque a priori pueda parecer que la mayor debilidad de God of War: Ragnarok es lo continuista que resulta en un primer vistazo, hay un montón de elementos visuales, jugables y de trama que evolucionan claramente - o al menos, dan un paso adelante - con respecto a la entrega anterior. Estamos en el Fimbulvetr, un invierno que dura tres años y marca el Ragnarok, la caída de los dioses y una inolvidable batalla para Kratos y Atreus contra el panteón nórdico. El punto de partida es volver a algunos de los escenarios que ya conocíamos de la anterior entrega (pero plagados de nuevos enemigos y desafíos), pero es eso, un punto de partida para visitar los 9 Reinos, y sorprender al jugador con cada uno de los viajes que le esperan al dúo protagonista.

Por supuesto, hablar de Ragnarok es hablar también de la evolución de Atreus, y no solo a nivel visual, también de forma jugable; ahora es una auténtica ayuda en la batalla, e incluso tendrá sus momentos de protagonismo absoluto, al tiempo que experimenta con sus poderes mágicos, consigue sus propios aliados (su nueva familia) y su camino a la madurez. Si en la primera entrega se trataban temas tan humanos como la paternidad, aquí le toca el turno a otros no menos familiares, creando una historia absolutamente sorprendente y muy, muy adictiva de la que no queremos avanzaros nada, porque sería estropear el magnifico trabajo del equipo de artistas en general (y guionistas en particular).

A nivel visual, God of War: Ragnarok es simplemente alucinante, un portento que exprime de una forma increíble el hardware de PS4 y le saca un sorprendente rendimiento, siendo uno de los techos gráficos de la consola, consiguiendo 1080P y 30FPS estables en todo momento, algo sorprendente (especialmente en zonas abiertas o en algunos de los jefes). Además, no se olvida de los usuarios de PS4 Pro, con un modo fidelidad que va a 1440P-1656P a 30FPS sólidos, y una segunda opción de resolución variable para ir entre los 30 y 50FPS. PS5 permite todavía más nivel de detalle y mucho mayor redimiento, contando también con dos modos, un 4K a 30FPS o una resolución variable entre 1440P y los 2160P buscando siempre los 60 FPS estables; incluso tenemos soporte para aquellos con teles con HDMI 2.1 con el modo alta frecuencia de fotogramas. En nuestra experiencia el resultado con resolución variable ha sido la mejor elección, ya que el título se las arregla para mantenerse siempre a la mayor suavidad y sorprendernos - y asombrarnos - en cada nueva zona. Los detalles en los modelados, la iluminación y reflejos, la física... todo alcanza un nivel francamente sobresaliente y, en ocasiones, apabullante.

El apartado sonoro es igualmente brillante, con una música que no solo ambienta a la perfección cada una de las escenas, desde las más que cinematográficas conversaciones a las inolvidables batallas contra monstruos o parte del panteón, bien merece escucharse como una banda sonora independiente por la enorme calidad de las composiciones de Bear McCreary (responsable de la BSO del anterior God of War, además de series como BattleStar Galactica, Da Vinci's Demons, Agents of S.H.I.E.L.D. o el reciente Señor de los Anillos). El doblaje al castellano sigue siendo impresionante y una prueba del buen hacer del equipo de localización española, y estamos ante uno de los títulos más accesibles de la consola de Sony.