Terminar la aventura de Naughty nos llevará unas 4-5 horas, aunque revisitar todas las fases y desbloquear las toneladas de contenido oculto (trajes, gorros...) y los logros duplica o triplica esta duración. Y una vez hecho esto está el modo online. Con todo, el título falla a la hora de proponer una y otra vez retos muy parecidos (y faltos de dificultad).

A caballo entre la acción y el sigilo (sin necesidad real de esta segunda parte, por culpa de una bajísima dificultad y una IA poco lograda), el mayor aliciente de Naughty Bear es probar las distintas armas en nuestras estúpidas víctimas de peluche, mientras luchamos contra nuestro mayor enemigo: la cámara. La idea de aterrorizar (escondiéndonos, p.e.) para conseguir más puntos es divertida, pero no termina de funcionar por los fallos ya mencionados

La idea de meternos en el relleno de un malvado oso de peluche y causar el caos, aunque podría haber dado mucho más de sí, es el punto más brillante de Naughty Bear. La puesta en escena de Isla Paraiso, las secuencias de la historia y disfraces graciosos (como osos ninja) ayudan a hacer la experiencia más entretenida. También hay que destacar que algunas muertes son realmente chocantes, imaginativas y macabramente divertidas...

Si no fuese por la jugabilidad, el apartado técnico sería el punto más débil del juego, por culpa de un motor gráfico justito que da vida a un mundo simplón lleno de osos que podrían estar mejor animados (incluso en sus muertes pregrabadas, y que tienen una IA justita (se paran para calentarse las manos en mitad de una persecución). Salvan el título del desastre absoluto el doblaje al castellano (aunque no luzca demasiado) y el modo online